miércoles, 27 de enero de 2010

Emiliano



Hay que ordenar cosas en la oficina y en los talleres, me muevo entre las cosas atropeyando a Iván y Ricardo; hasta a doña Sirenia le ha tocado.

Mi costura me toca el hombro desde la cajita blanca que la resguarda y que hago esperar. Ayer dibujé con el gioser las tres primeras letras del nombre de Emiliano, el escritor.


Al nombre de Cecilia se le ha juntado el de Emiliano Pérez Cruz, amigo único, compañero por una buena temporada por mis andares en la Ciudad de México, contador de historias y murmullos. Confiamos anécdotas y compartimos dolores de esos profundos que nos habitan para no irse y que cuando uno se descuida, le tocan el corazón.

Reunimos a Amalia -mi madre- y al Garbanzo -su hijo- para que se acompañen en Primero Sueño, seres por demás amados donde quedó mucho por compartir hasta que uno acepta, eso digo yo, no sé el Emiliano.

Ya es de noche y Ricardo Gonzalez llegó puntual a la cita de los jueves para bordar por fin un buen rato, de reojo miro su avance sobre la manta ya cubierta de rojos, le digo que no hay prisa. Su carcajada nos acompaña por momentos en las historias comunes, nos disputamos una aguja y nos arreglamos con un mezcal.

viernes, 22 de enero de 2010

Cinopia II. La Suave Patria de María Romero

El gusto por bordar no me deja, me siento contenta, me dan ganas de hacer cosas y regreso a mi jardín que abandoné hace unas semana.

Para motivar mi costura decidí intercalar formas de trabajo para no saturarme, ahora me moveré al centro de la bandera: a los blancos; ahí el escudo me distrae con más formas y colores.

Lo dibujé sobre papel bond que desplegué sobre la pared de mi estudio. Tiene un formato de 200 x 200 cm aproximadamente. Lo esbocé con lápiz negro y cuidé cada detalle de la imagen, lo dividí en cuadros proporcionales a los de la manta.

A propósito dispongo los días para perforar los fragmentos de papel bond que conforman el escudo y obtener las cinopias, poco a poco iré transfiriendo el dibujo sobre la manta para que mi mano descanse.

viernes, 8 de enero de 2010

La Suave Patria



Nace en la distancia, en la desolación y sin futuro. Registra el momento del miedo a perderme en la inmensidad y el sinsentido.

Yo soy, me digo una y otra vez entre madeja y madeja. Yo soy, me digo entre nombre y apellido de los que vienen a la memoria: hermanos de sangre y hermanos de elección.

La empecé en Suiza, en la casa de unos amigos, me vieron bordando y la tomaron entre sus manos para maravillarse con los contrastes del rojo, verde y la magnífica costura -herencia de mi madre Amalia-.

Preguntaron qué era y les conté. Al terminar, decían Saudade. Escuché la palabra como un suspiro, se disculparon por no poder traducirla, porque no existe manera. Se tocaban el corazón diciéndome que Saudade era como yo sentía. Y así la llamé por un tiempo.

Yo aprediz de vista y después de enojo, bordo todos los días animada por el deseo de recordarme lo maravilloso que es México.

Bordo mi bandera, porque creo infinitamente en su tierra, sus calles, casas y edificios, en los ejidos y rancherías; en los camiones que tocan canciones de grupos locales allá en Culiacán y los novios que se arrejuntan para besarse en las esquinas de los camiones iluminados por una luz tenue, que traspasa los frascos azules de Nivea. En los muchachos que se reúnen afuera de las tienditas para tomarse un refresco y vacilar después de una pesada jornada de trabajo, que sueñan con irse al otro lado. En el hombre y la mujer que trabajan incansablemente para educar a su familia de la manera en la que creen, sin saber con claridad por qué.

Así voy entrelazando nombres y recuerdos, porque de ellos está hecho este país.

Este México que es mío como es de TODOS. Esta bandera que deberíamos vestir en el pecho, no el presidente, no aquélllos que no saben tomarla entre las manos con cariño.

Así que me levanto todos los días, junto cada retacito de manta tensada con mis aros de costura, para seguir diciéndome que tengo el derecho de hacer mi bandera, la bandera teñida de todos, de los que soy.

Bordando mi Suave Patria recapitulo en esta vida mía, en mi quehacer, mi familia y la amistad; con el único afán de sentirme que soy parte de algo extenso y profundo, para reconocer en este espacio, el de mi bandera, mi territorio.

SOY María Romero. Mexicana.

martes, 5 de enero de 2010

Mar Jónico 54 ó 53



2 de enero.
Bordé un rato por la mañana porque mi mano está un poco hinchada.
Tengo que comprar más madejas de hilos verdes para terminar el cuadro dedicado a Cecilia Merelo, amiga incondicional, de laberintos culturales y uno de tantos regalos que me dió Jorge Barrios. Los tres, junto con los hermanos Jofre: Sacramento, Eder y Héctor -que en paz descanse- compartimos el patio central de nuestro Melrose Place, vecinos por más de 10 años revelamos secretos de cocina y de otros afánes entre chelas y botellas de wiskhey. Pienso si seguirá igual la vecindad, la calle, la tiendita y la Quinta con su gran árbol de jacaranda que cerraba la calle de Mar Jónico 54…ó 53 en la Popotla.