miércoles, 27 de enero de 2010

Emiliano



Hay que ordenar cosas en la oficina y en los talleres, me muevo entre las cosas atropeyando a Iván y Ricardo; hasta a doña Sirenia le ha tocado.

Mi costura me toca el hombro desde la cajita blanca que la resguarda y que hago esperar. Ayer dibujé con el gioser las tres primeras letras del nombre de Emiliano, el escritor.


Al nombre de Cecilia se le ha juntado el de Emiliano Pérez Cruz, amigo único, compañero por una buena temporada por mis andares en la Ciudad de México, contador de historias y murmullos. Confiamos anécdotas y compartimos dolores de esos profundos que nos habitan para no irse y que cuando uno se descuida, le tocan el corazón.

Reunimos a Amalia -mi madre- y al Garbanzo -su hijo- para que se acompañen en Primero Sueño, seres por demás amados donde quedó mucho por compartir hasta que uno acepta, eso digo yo, no sé el Emiliano.

Ya es de noche y Ricardo Gonzalez llegó puntual a la cita de los jueves para bordar por fin un buen rato, de reojo miro su avance sobre la manta ya cubierta de rojos, le digo que no hay prisa. Su carcajada nos acompaña por momentos en las historias comunes, nos disputamos una aguja y nos arreglamos con un mezcal.

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